Adelantar que se venía un Niño Global extraordinario desde marzo fue un error. La realidad lo está demostrando. Los eventos recurrentes no planeados a niveles de cuencas y valles, abrirán otro frente político como consecuencia de dichos errores. Considerar que sólo el fenómeno El Niño es el responsable de todos los daños que causan los eventos hidrometeorológicos en el país, es el principal desacierto.

Existe una equivocada distribución de los estados de emergencia por la extensión de los posibles efectos y los daños ya causados por los eventos climáticos anteriores mal llamados Niño Costero, los mismos que no necesariamente son causados por el fenómeno El Niño Débil que se podría venir y que estará dentro del rango de la estación de lluvias.

Este nombre fue acuñado por el ENFEN y generó perdidas en el 2016, pues se invirtieron más de 4 mil millones de dólares en prevención por un suceso que no ocurrió. En el 2017, este mismo ENFEN pronosticó sequía desde enero, pero en marzo tuvimos muchísimas pérdidas producto de las lluvias.

Este año se han adelantado apoyados en datos internacionales, que en letras chiquitas dicen muy claro que cada país es responsable de sus pronósticos para su competencia. Eso no se leyó.

La solución gira en replantear de manera tranquila un pronóstico real para las regiones y cuencas, cosa que no se ha hecho hasta la fecha. También urge vigilar 24/7 el avance de la próxima estación de lluvias y cambiar de objetivo en la prevención. Dejemos de llamar “Niño” a todo y miremos más a la estación de lluvias normales y sus consecuencias recurrentes. También hace falta comprometer a las autoridades regionales y a los ministerios con sus dependencias en las regiones para una coordinación más directa, basada en información climática a ese nivel. Esto es visión estratégica, no táctica.

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