Se ha equivocado la presidenta Dina Boluarte al tratar de lavarse las manos por las muertes ocurridas durante las protestas extremadamente violentas que tuvo que afrontar el país y la democracia al inicio de su mandato, y echar la culpa a los militares y policías que salieron a poner el pecho para neutralizar la bien planificada asonada promovida por grupos de izquierda.

La mandataria ha dicho a El Comercio que ella es la jefa suprema, pero que no tiene el comando de las operaciones llevadas a cabo por las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. En otras palabras, ha dicho que ella es la que manda, pero que no sabe nada.

Esto es sin duda una penosa lavada de manos que deja en el aire a los uniformados que salieron a combatir a los vándalos. Sin duda la jefa de Estado tiene que cambiar de consejeros políticos y jurídicos.

La señora Boluarte y sus ministros no pueden sacar cuerpo de los sucesos que costaron alrededor de 60 muertes, y que sin duda los ha puesto en la mira de sus rivales políticos.

Los hechos se dieron a lo largo de varios días y algo se pudo hacer desde el Poder Ejecutivo ante los excesos que deben ser investigados y de ser el caso sancionados a nivel individual.

Muy mal, señora presidenta.



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