Aclaremos desde un inicio, un podcast es una entrevista o una grabación individual que se registra en audio, para ser transmitida luego desde cualquier plataforma online. Los hoy muy populares contenidos que vemos en canales por internet y en redes sociales se llaman videopodcast, que en pocas palabras y sin tanto rollo es un podcast acompañado de imágenes en video. Y es precisamente, esa posibilidad de ser visible, de salir del anonimato, o en otros casos, de mantener una vigencia perdida, es lo que mueve a miles a estrenar cada día, desde cualquier lugar del mundo, un videopodcast, que le ha dado tribuna a mentes brillantes, personajes interesantes cuyas vidas y profesiones motivan, pero también le han dado espacio a quienes carecen hasta de sentido común. Claro, aplaudimos la libertad que permiten las nuevas herramientas tecnológicas de que todos se expresen y comuniquen lo que deseen, pero no solo basta con aprovechar estos medios, sería importante que quienes los usan, se tomen unos minutos para reflexionar sobre lo que significa tener la posibilidad de llegar a miles o millones en el mundo. Y precisamente, dos episodios ocurridos en el ambiente de los videopostcast locales, siguen dando que hablar por ese afán peligroso de ser desenfadado a costa de cualquier recurso, de diferenciarse del otro sin importar el respeto ajeno y hasta de “hacerse el graciosito”. Unos reporteros de un programa de espectáculos invitaron a su videopodcast a una joven figura de la televisión a quien agredieron, y lo peor, creyendo que el violentar su privacidad podía ser un pretexto para el divertimento. Hace algunos días, en un canal en YouTube, un llamado influencer, invitado a otro espacio, tuvo el desatino de insultar con un término muy grueso a la misma modelo del caso anterior. No hubo disculpas en ese momento, solo sonrisas nerviosas para la ocasión, aunque luego, horas después sus integrantes lamentaron lo sucedido. No se trata tampoco de aplaudir contenidos y conductores que se desarrollen en el ambiente de lo políticamente correcto, menos que se autocensuren por quedar bien con todos, pero creo que se debe entender que el ilimitado mundo de la virtualidad tampoco es una zona liberada en la que todo vale. Las redes sociales, los canales por YouTube, los videopodcast, no son malos, lo negativo es como los usan quienes mal se llaman comunicadores.