El Gobierno continúa inmerso en un escenario de sombras y sospechas no aclaradas. Lo del presunto viaje del sobrino prófugo del presidente Pedro Castillo en el avión presidencial es otro de los sinuosos capítulos que debe investigarse caer quien caiga. Las investigaciones de la Fiscalía tienen que seguir su curso y es fundamental la colaboración y la transparencia del jefe de Estado. No puede seguir optando por el silencio, aparentemente cómplice, que solo degrada su discurso moralizador que emite en calles y plazas del interior del país.

Decir que es “una información reservada”, tal como lo sostuvo el ministro del Interior, Willy Huerta, solo genera más dudas e interrogantes y agrava la situación. Está cediendo a los atajos que le ofrece el poder, pero eso a la larga es como hacer trampa. Es lamentable que ante estos gravísimos episodios, el mandatario y sus funcionarios no den una respuesta a la altura de las circunstancias.

Si Castillo ayudó a su sobrino a fugar, se confirmará que en Palacio de Gobierno hay una organización criminal -tal como sostiene una hipótesis fiscal- en la que el mandatario, familiares y allegados están terriblemente comprometidos.

No pocos han sostenido que si la hermana de la primera dama, Yenifer Paredes, fue escondida en Palacio, es posible que se haya usado un avión militar para encubrir la huida de Fray Vásquez Castillo. Esto solo acentúa la percepción de la gente que en el Ejecutivo no solo hay incapaces sino también corruptos.