UNO. El grado de improvisación de los caviares y “podemitas” que siguen a Julio Guzmán es legendario. Han superado el nivel más alto de la famosa escala Villarán-Trivelli. Es imposible fortalecer las instituciones si lo primero que haces cuando te lanzas a la Presidencia es violarlas sistemáticamente, bajo el mantra de la voluntad popular. El Derecho es la formalización de esa voluntad y el Estado existe para hacer cumplir el Derecho. Lástima que un Estado tan ineficiente como el peruano fomente la debilidad en las resoluciones y la pusilanimidad de ciertos funcionarios. Las cosas solo cambiarán cuando líderes de verdad hagan cumplir las normas, sin escudarse en soliloquios ideológicos o falsos escrúpulos disfrazados de poder.

DOS. “Lo del libro no es plagio, es copia” pasará a la historia nacional de las frases patafísicas. Mientras su asesorado se inmola en la guillotina del lenguaje, el camarada Favre, autor intelectual de Lady Godiva y el guardián socrático, salvador de la inefable Villarán, debe estar torciendo su cabecita mientras escucha los conciertos de Brandenburgo. Lava Jato pronto te alcanzará, falso valor.

TRES. Las provocaciones arreciarán a lo largo de la campaña y muy pronto los insultos han de transformarse en golpes y piedras, en escupitajos y calumnias. Los partidos políticos que aspiran a ganar una elección tienen que diseñar estrategias para evitar estos incidentes. Estas estrategias dependen de cada caso concreto, de cada ciudad que se visite, de cada mercado al que se acuda. Por regla general no hay que dejar que sucedan las cosas y como dicen los colombianos: “Prohibido dar papaya”.

PS: ¡Felicitaciones a los desayunos de CORREO y USIL! ¡Un año es poco para lo que falta por recorrer!