La justicia politizada que viene ejecutando el Equipo Especial abocado al caso Lava Jato, ha encontrado en la investigación seguida contra Keiko Fujimori el ejemplo más palpable de sus efectos funestos. Una investigación en sede fiscal que empezó en octubre del 2015, lleva más de 60 meses sin acusación (es decir, ni siquiera ha empezado la fase de juzgamiento). KF ha padecido 7 días de detención preliminar y 16 meses de prisión preventiva, de la que fue liberada gracias a un HC resuelto por el TC que encontró graves deficiencias procesales en las resoluciones judiciales que la llevaron injustamente a prisión. La prensa comprometida con el cartel mediático hizo su parte, aplaudiendo con beneplácito el ingreso a prisión de KF, ejerciendo un repudiable activismo político ostensiblemente parcializado en su contra.

Ahora, otra amenaza se cierne sobre el propio partido Fuerza Popular para quien el Equipo Especial ha solicitado la medida cautelar de suspensión de actividades políticas, imputándole la condición de organización criminal. Esto es un hecho inédito en la historia del país y muy peligroso para el sistema democrático peruano. La suspensión de actividades del partido político en pleno desarrollo del proceso eleccionario, ocasiona su apartamiento del mismo, haciéndolo incurrir en la causal de cancelación de su inscripción, contemplada en el art. 13° inc. e) de la Ley N° 28094 LOP modificada por la Ley N° 30995.

Apartado FP de las elecciones del 2021, y sin poder realizar actividades proselitistas que le permitan mantener vigencia política para las próximas elecciones regionales y municipales, su extinción está asegurada, con lo que la medida cautelar se convierte, en los hechos, en una real sentencia definitiva, sin haber podido ejercer su derecho a la defensa.

Resulta penoso constatar dos acontecimientos que, más allá de la persona  y el partido político a los que les ha ocurrido, ponen en riesgo los derechos fundamentales de cualquier ciudadano u organización política, respectivamente, y que esto pueda estar siendo tolerado por nosotros de una manera tan indolente que desnuda, quizás, la existencia de un espíritu antidemocrático e imbuido todavía de prejuicios dañinos para nuestra sociedad.

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