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La tragedia ocurrida en el serpentín de Pasamayo ha generado serios cuestionamientos a esta vía, una de las más peligrosas del país. Ante las múltiples voces que piden el cierre de esta carretera, el presidente Kuczynski ha hecho eco de ello y ayer anunció que ha dado instrucciones al Ministerio de Transportes y Comunicaciones para que ponga manos a la obra y se amplíe la variante de Pasamayo, hoy exclusiva para vehículos particulares. Con ello se busca eliminar la ruta de alto riesgo.

Es una buena medida, pero esperamos que también se ponga énfasis en mejorar o ampliar carreteras en el interior del país, donde las caídas de buses y camiones a abismos son frecuentes. Es evidente que no solo se necesitan buenas carreteras sino también una política de seguridad vial a nivel nacional; optimizar el servicio de transporte público es fundamental.

El Gobierno debe embarcarse en la tarea de solucionar estos problemas en todo el país. Hay discusiones abiertas al respecto, pero deben ser profundizadas. Demostrar pasividad frente a estos temas y rehuir responsabilidades sería muy perjudicial para el jefe de Estado. Ya no tiene margen para mirar hacia otro lado.

Para la mayoría de peruanos, una buena gestión significa que el Gobierno concrete proyectos que mejoren su vida cotidiana. Y viajar por buenas carreteras en todo el país es una de las aspiraciones de la gente.

Para ello debe haber un concepto unificado sobre las soluciones de esta problemática. Ya basta que el debate central de la clase política pase por ver cómo se reparte el poder.