La ironía es casi surrealista: el vicepresidente del Congreso, Luis Valdez, pisó suelo trujillano junto a sus colegas y empezó a criticar la situación sanitaria de La Libertad, la gestión sanitaria del gobernador de esta región Manuel Llempén, que pertenece a su mismo partido. Sí, Valdez, el mismo que apenas hace poco estuvo sentado en ese mismo sillón regional y cuya gestión ha quedado en la memoria colectiva de los liberteños por las consecuencias aún irresolutas del Niño Costero, aquellos días difíciles en que estuvo fuera del país.

Valdez criticó, como el resto de sus colegas liberteños, la gestión del gobierno regional en la pandemia. Es verdad, se pueden señalar los errores y omisiones, pero es también cierto que Valdez podía ayudar a resolver el problema desde adentro. Él mejor que nadie.

El vicepresidente del Congreso no solamente es el “hijo” predilecto de César Acuña en términos políticos, sino que además ostenta el cargo de dirigente nacional de Alianza Para el Progreso, partido al que pertenece el cuestionado gobernador de La Libertad. Y justamente, este partido no ha podido hacer nada por subsanar la resquebrajada relación entre el gobernador y los alcaldes apepistas en Trujillo, empezando por el alcalde de la provincia, Daniel Marcelo.

Pudo el exgobernador y dirigente nacional de APP, ungido por la confianza paternal que Acuña le dio, convocarlos y jalarle las orejas a cada uno de ellos, porque, vamos, este es el peor momento para andar en pleitos y divergencias políticas. Se trata de cientos de vidas de liberteños.

Pero no. Estas semanas ha ocurrido de todo, menos trabajo conjunto entre las máximas autoridades políticas de La Libertad, pese a que pertenecen a la misma “familia”. Así que menos show y más trabajo real, señor Valdez. Recuerde que usted, al fin y al cabo, también puso su “cuota” para tener este desastre que es hoy la situación sanitaria.