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Un nuevo gabinete ministerial tomó ayer juramento, en una de las circunstancias más delicadas que ha pasado el país en los últimos años. “La intención es que se mantendrá la paridad, un perfil concertador y claro compromiso social”, dijo Vicente Zeballos, nuevo jefe del Consejo de Ministros. Sin embargo, el Poder Ejecutivo no debe olvidar que su legitimidad constitucional está en seria duda y que se ha llevado al país a un extremo innecesario.

Esta nación, que vacila entre los recuerdos del pasado y un presente errático, ganándose así la aguda desconfianza de la gente, y mucho tememos que también de los mercados económicos, necesita hoy más que nunca de la unión, pero también aclarar su situación jurídica.

La clase política solo ha mostrado la lanza en ristre ante los últimos sucesos. Pareciera que su único objetivo es el de usar esta contienda para sus propios beneficios. Todos se sienten iluminados y surgen las pasiones, se pierde el control y se llega a cualquier extremo. Salen a escena con una artillería verbal cargada de odios, que no sirven para la gobernabilidad y menos para construir un mejor país en medio de la duda constitucional.

Hoy tenemos un nuevo gabinete ministerial. Sin embargo, deberían buscarse los mecanismos, de una vez y sin más demoras, para que el Tribunal Constitucional se pronuncie al respecto y aclare el momento de incertidumbre que atravesamos desde el lunes último.

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