Los constantes escándalos en el Ejecutivo y el Legislativo han hecho que, en ocasiones, pase desapercibida la situación en el Poder Judicial peruano. El último sábado, la Corte Suprema cumplió 200 años de existencia desde su instalación el 8 de febrero de 1825. Sin embargo, las celebraciones no se han limitado a una fecha puntual, sino que han sido una constante durante todo el 2024.Bajo la gestión de su anterior presidente, Javier Arévalo, las conmemoraciones incluyeron ceremonias con la presencia de la presidenta Dina Boluarte y del titular del Legislativo, la emisión de una moneda conmemorativa, la publicación de un libro, la develación de placas y cuadros, y hasta un concierto musical. Todo ello, fundamentado en el decreto del libertador Simón Bolívar del 19 de diciembre de 1824, que formalizó la creación de la Corte Suprema.
Muchos festejos y poca acción. Lo que pide la gente es que el sistema de justicia sea efectivo en la lucha contra la criminalidad. Hoy bajo la presidencia de Janet Tello, las prioridades son confusas. Su gestión se muestra lenta y poco eficaz. A estas alturas, recién está terminando de nombrar gerentes y subgerentes, lo que evidencia dificultades en la conformación de un equipo técnico sólido. Además, ha reubicado a su personal jurisdiccional de la Primera Sala de Derecho Constitucional y Social a otras oficinas dentro de la institución, sin mayor explicación.La ceremonia del último viernes, que contó con la presencia de los 35 presidentes de cortes superiores del país, no estuvo exenta de críticas. Aunque se anunció como una reunión anual de tres días para mejorar la gestión institucional, la jornada se diluyó en romerías al cementerio y nuevas celebraciones por el Bicentenario. Todo ello costeado con viáticos para jueces y administradores que se trasladaron a Lima.