Los diferentes planes de desarrollo en nuestro país hablan muchísimo de fenómenos naturales que afectan la economía y el desarrollo, pero ninguno hace un análisis real a escala que le permita concluir en forma precisa su resultado. Por eso las estrategias fracasan en la medida que la información meteorológica es menos usada. Debemos recordar que tenemos muchas zonas de las más áridas, húmedas, lluviosas, calurosas y gélidas del planeta, incluyendo nuestra presencia antártica.

La tierra no se seca sola, ni se inunda, ni causa huaicos, ni el mismo océano tiene oleajes anómalos sin la interacción con la atmosfera. Por eso, el desarrollo depende mucho del conocimiento de ésta y su oportuna información para los planes y modelos de prospectiva.

Al no contar con un plan integral ante eventos climáticos recurrentes, se crean las emergencias que a su vez, sin tener zonas exactas, nuestras autoridades hacen lo de siempre: aliviar el momento, pero también saben que el siguiente año ocurrirá lo mismo o algo muy similar, con lo que se crea un círculo vicioso.

Dicen que el negocio de la guerra es el más rentable del mundo y después viene el negocio de los desastres naturales, pues manteniendo la paz y vigilando el clima, los detendremos.

Análisis meteorológicos precisos jugarían un papel real en el entorno económico, legal y social. Analicémoslo en un esquema extrínseco pensando en los demás, con la única intención de desarrollar al país. Debemos conocer las condiciones naturales muy bien desde microescalas a escala global y prepararnos para afrontarlos.

Para generar un plan es necesario conocer el terreno y el clima, dijo un sabio, logrando así un conocimiento previo encajando con nuestra realidad. Mientras tanto, seguiremos de plan en plan con muchos ruidos y pocos resultados o, mejor dicho, resultados penosos para todos, pero beneficiosos para algunos.


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