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El ataque que el portal El Montonero ha sufrido en la persona de su director, Víctor Andrés Ponce, y uno de sus columnistas, Arturo Valverde, es un capítulo más de la guerra política que atraviesa el país. Ponce es un reconocido periodista de oposición al Gobierno y uno de los más férreos críticos al acuerdo con Odebrecht desde una postura liberal. Valverde investigaba varios de los proyectos de la empresa brasileña. Y dos conocidos periodistas, Juan Carlos Valdivia y Rafael Hidalgo, también han sido mencionados. El objetivo del ataque ha sido sembrar dudas sobre la independencia de todos los periodistas de oposición en su aproximación al caso “Lava Jato”.

Mezclar a culpables con inocentes es una vieja táctica de los totalitarismos. Criminalizar a la oposición aprovechando la lucha contra la corrupción es el método de todas las dictaduras. Si no estás conmigo, estás contra mí, reza el pensamiento absolutista. Lo propio de las democracias es el Estado de Derecho, la presunción de inocencia, el debido proceso, la posibilidad de discrepar en un marco racional y dentro de la esfera pública. Pero cuando se impone la autocracia, ya no hay espacio para el Derecho. La muerte del Derecho equivale, en un ambiente jacobino y revolucionario, a la muerte de toda oposición. Así lo comprendió rápidamente el Comité de Salud Pública durante la Revolución Francesa, apelando a la soberanía inmediata del pueblo sobre la ley. Guillotinar a la oposición equivale a sepultar la democracia.

El terror jacobino que se ha impuesto en nuestro país debe cesar. No hagamos de la lucha contra la corrupción una venganza política que liquide el orden constitucional.