Por ahora la amenaza que significaba la posibilidad de que un criminal como Antauro Humala sea candidato presidencial en el 2026 ha quedado neutralizada gracias al Ministerio Público y el Poder Judicial que han hecho su trabajo. Sin embargo, el que este sujeto tenga seguidores que incluso lo puedan llevar al próximo Congreso, nos debería preocupar a quienes creemos en la defensa de la legalidad, el estado de derecho, las libertades y el respeto a los derechos humanos.

Pero más allá de eso, el que un asesino de ese calibre, con una “propuesta” basada en el racismo, el machismo, el fusilamiento de gente y en pretender que el Perú del siglo XXI, con sus virtudes y defectos, vuelva a los tiempos del Tahuantinsuyo, tenga seguidores dispuestos a llevarlo a Palacio de Gobierno o al Congreso, debería encender las alarmas a todos los peruanos, pues el espacio que ha dejado con miras a llegar ser gobierno, podría ser ocupado por otro sujeto con un perfil parecido.

Recordemos que hace apenas cuatro años, la mayoría de peruanos eligió a Pedro Castillo, quien venía apadrinado por un corrupto como Vladimir Cerrón y por los senderistas reciclados del Movadef, y que además arrastraba un pasado de sindicalista tirapiedras y quemallantas. Aparte, era incapaz de hablar cuatro frases con coherencia. Si han votado por el hoy preso por golpista, es posible que uno igual o peor que Antauro que hoy no conocemos, tenga la posibilidad de ser sentado en el Sillón de Pizarro.

Ojo que Castillo fue elegido cuando salíamos de una brutal pandemia y era vital poner en el gobierno a gente capaz de hacer una labor casi de reconstrucción nacional. Y lo peor es que se sabía muy bien qué clase de personaje era el candidato de Cerrón. Sus limitaciones en todo sentido y su vocación de golpista por provenir de un partido antidemocrático, eran más que evidentes. Aún así ganó, para desgracia del país que se dio un disparo a los pies que nos dejó como secuela a Dina Boluarte.

Así que aún es posible ver a Antauro y compañía en el Congreso y, lo más peligroso, que cualquier radical y aspirante a incendiario asome por Palacio de Gobierno. Para evitar esto, es vital que los pocos partidos políticos serios que tenemos en el país, hagan propuestas viables y responsables que entusiasmen al ciudadano tantas veces burlado por los politicastros, vividores, farsantes y sinvergüenzas que son los responsables de los grandes problemas que atraviesa el Perú.

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