La irrupción de Unión por el Perú (UPP) y el Frepap en las elecciones del domingo, algo que ni el más avispado analista, opinólogo o tuitero logró advertir ni en sueños o pesadillas, muestra la disconformidad del elector hacia la clase política “formal”, esa que en los últimos años ha estado inmersa en escándalos y discusiones muy alejadas de lo que realmente interesa al peruano de a pie, que esta vez ha optado por un voto de protesta.

Queda claro que al votar por UPP y el Frepap, los electores no han estado buscando soluciones a la inseguridad callejera, la anemia, la falta de atención en salud y educación, el abandono del norte tras el Niño costero y la corrupción, sino protestar contra el fujimorismo, el aprismo, la izquierda en todas sus versiones, los comodines, los saltapericos, los figuretis, los de billetera gruesa y los que tienen como única “propuesta” política el mostrar para la foto su dedo pulgar levantado.

Y señalo que el elector no ha estado buscando soluciones porque qué de bueno pueden traer los acólitos de Antauro Humala, preso por el asesinato de cuatro policías en Andahuaylas, qué gran aporte ofrecen Virgilio Acuña, José Vega o Edgar Alarcón. De otro lado, qué alternativas para la economía o la educación y la salud propone el partido-secta llamado Frepap, que sigue esperando en Cieneguilla la resurrección de su fundador Ezequiel Ataucusi.

Ayer dio una conferencia de prensa el virtual congresista electo Wilmer Cayllahua, quien señaló que su propuesta ¿política? y su ética estarán basadas en los diez mandamientos consignados en el Antiguo Testamento de la Biblia. Ha dicho también que su partido no hará alianzas ni pedirá favores con otras agrupaciones. Se acabaron los tiempos del pastor Julio Rosas y no eligieron a Beatriz Mejía, pero acá tenemos a los nuevos rostros del Frepap.

Si muchos se quejaban del Congreso obstruccionista enviado su casa el 30 de setiembre último en medio de aplausos y saltitos de alegría, esperemos que el nuevo Poder Legislativo surgido del voto de protesta no sea peor que el anterior. Si para algunos el fujimorismo y el aprismo eran las “trabas” para el país casi “ideal” que ofrecían Palacio de Gobierno y sus bancadas afines, habrá que ver si los “antauros” y “ataucusis” hacen la cosa más fácil.