El país está en plena crisis de confianza. Necesitamos creer en la justicia que es la única que puede precisar dónde está la legalidad y dónde la corrupción. Para evitar que las generalizaciones abusivas y los temores ubicuos se lleven como un huaico la credibilidad de las instituciones y de los políticos. Porque está en riesgo la legitimidad y también la democracia. Necesitamos separar la paja del trigo para recuperar la política como servicio al ciudadano y como base de la ética republicana. Para que los ciudadanos de a pie, que sufren los problemas sin resolver, recuperen la esperanza destruida por la inacción, los escándalos y la corrupción. Le ha tocado a PPK esta difícil etapa y deberá enfrentarla con valentía y decisión. No conocemos todavía todos los nombres de políticos, tecnócratas, empresarios y periodistas que traerá este huaico moral. Esperamos con miedo, sin echar más leña al fuego, aunque surjan las dudas por la inacción, la lentitud y la duplicidad de esfuerzos.

Que PPK se decida a hacer política. Le ha tocado el mayor desafío de los últimos tiempos, más que a Valentín Paniagua, el presidente de la transición poscorrupción fujimorista. Si en el 2001 algo se pudo hacer, el 2017 habrá que hacer mucho más, convocar instituciones y personas sanas para probar que nuestra República aún funciona, que hay resistencia organizada contra este flagelo, que los equipos de fiscales que investigan y los de jueces que decidirán responden a la exigencia moral de la sociedad.

Que se prueben los delitos y se sancione a grandes y pequeños. Un huaico de indignación, insatisfacción y decepción está a la puerta. Toda impunidad erosiona la legitimidad y de no corregir la situación de la mejor manera, el descrédito crecerá como una gran ola tóxica con consecuencias económicas y políticas que podrían destruir hasta el sistema político democrático. ¡Cuidado!

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