Más que un nombre en la presidencia de la Mesa Directiva del Congreso, queremos una persona responsable para conducir un poder del estado muy venido a menos, no en este periodo, en los últimos 20 años. ¿Quiénes han asumido su responsabilidad por el deterioro de la imagen del Legislativo ante la opinión pública?
Hace unos días conversaba con un exmiembro de la mesa directiva y actual dirigente político, a quien le preguntaba sobre la idoneidad del Parlamento, la función de las agrupaciones y el fracaso de la reforma política. La inquietud iba por la vereda de las posibles mejoras para elevar el debate político.
La censura a Lady Camones no es solo un golpe a APP y Acuña, sino al propio Congreso. Quien cree que la salida de la presidenta del Legislativo es solo una acción contra su bancada, pues, déjeme decirle que se equivoca totalmente: todos los parlamentarios salen perdiendo. Miren las encuestas de aprobación.
Por eso, considero que esta es la oportunidad para elegir a un congresista que responda a los intereses institucionales y no solo de su partido o agrupaciones que lo respalden. Suena iluso desear que quien lidere la mesa no esté atado a su bancada; sin embargo, lo real es que el Legislativo necesita recuperar credibilidad.
Solo queda decir que la presidencia del Congreso no necesita de un títere ni de un autoritario. Y aunque Camones quiso relativizar el cargo que ostentó, en su defensa por los audios con Acuña, es verdad que dirigir este poder público no es para cualquiera. Hoy conoceremos al congresista que deberá recuperar la prestancia perdida.