Ayer, Nicolás Maduro consolidó su golpe de Estado al asumir, por tercera vez, la presidencia de Venezuela pese a que perdió unos comicios que él mismo había arreglado a su favor y cuyos resultados oficiales no han sido sustentados por el ente electoral venezolano.
En paralelo a su fraudulenta juramentación, diversos países, incluido el Perú, dijeron que el tercer gobierno del sucesor de Hugo Chávez es ilegítimo y reconocieron como presidente electo de Venezuela al opositor Edmundo González Urrutia.
Pese a esto, como siempre, unos trasnochados de izquierda se prestaron a ensalzar y legitimar al ahora dictador y felices participaron en la ceremonia donde se terminó de desaparecer, esperemos que solo de manera momentánea, a la democracia venezolana.
El propio vocero de la bancada Perú Libre, Flavio Cruz, reveló que una delegación del partido encabezada por la investigada por robarse parte del sueldo de sus trabajadores, María Agüero, llegó hasta Caracas y fue parte de la ceremonia de asunción.
¿Qué podemos esperar de la gente que ensalza dictaduras?
Absolutamente nada, felizmente la historia no olvidará a quiénes aplaudieron como focas a un dictador a cambio de un viaje y unos cuántos dólares.