El fallecimiento de una escolar tras consumir pastillas de benzodiazepinas en su colegio, presuntamente  como parte de un reto viral, ha generado un tremendo impacto en todo el país. Este lamentable deceso desnuda la incapacidad de nuestras autoridades y la sociedad en general para controlar este problema producido por varias circunstancias. El principal es el de la salud mental de la población.

La gran pregunta es ¿qué hacer? Esperemos que la respuesta no sea un recetario de buenas intenciones, como nos tiene acostumbrado el Gobierno. Hace falta planes y hacer cumplir la ley. A propósito, los casos de violencia escolar este año (2567 reportes) se ha triplicado en comparación al año pasado. Es sumamente importante, ante esta escalada, que los colegios tengan por lo menos un psicólogo, como manda la ley. Lamentablemente esto es letra muerta. El 89% de centros educativos no tiene psicólogos, según un informe de la Contraloría. Por otro lado, resulta inadmisible que muchos medicamentos como ansiolíticos, antidepresivos y sedantes se vendan en nuestro país sin receta médica.

Hay que tomar conciencia de esta realidad y ponerse en el terreno de los hechos de las víctimas. Solo así podremos comprender la magnitud de este problema. Mal haríamos encogernos de hombros y pensar que esta terrible realidad está allá, lejos de uno.