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De una vez por todas desengáñense, no todo lo que usted ve en la televisión es como lo venden, ni lo que aparenta ser. Ni todos los apasionados romances que se muestran en los realities de competencia son verídicos, ni tampoco las mejores voces son las que ganan los concursos de talentos y mucho menos los que mejor bailan se llevan el trofeo en las pistas multicolores de un programa sabatino. No, no, no, y por eso, hay que alejar el drama de ciertos contenidos televisivos, que ya bastante hay en el mundo para por poco y salir a las calles porque la que se creía ganadora en un espacio de competencias de baile entre famosos no logró el primer lugar y se llevó el trofeo una popular modelo y aspirante a actriz. Apliquemos la lógica y, ya que hablamos de El gran show, si el citado programa premiara a los mejores en su especialidad, no se elegiría a famosos para que encabecen las parejas, se pondría a expertos salidos de academias de danza, pero la audiencia y el formato no está para experimentos en una pantalla cada vez más agresiva. Y mientras la televisión sea un negocio eso será así. Por eso, tampoco hay que creer que los muchachos que logran los primeros lugares en La Voz ya tiene un lugar asegurado en el panorama musical peruano. Tres veces no, ni siquiera el ganador logra abrirse paso porque nuestra industria está en pañales y mientras esto no cambie la mayoría se quedará con las ganas de ser una estrella y deberá optar por ganarse la vida como pueda batallando para conseguir sus sueños. Pero eso sí, la productora del formato los despedirá con honores para luego seguir buscando a nuevos participantes para una próxima temporada dejando en el olvido a los que tanto ensalzó en sus galas. Igual sucede, muchachones, con los romances que a ustedes los emocionan por capítulos. A los que creen que fulanito se peleó con zutanita y luego se reconcilian ad portas de aparecer en un nuevo programa, o justo para lanzar una nueva línea de jeans en la tienda recién inaugurada en Gamarra, les contamos que todo esto es tan real como un billete de 80 soles. Y mientras todo siga igual y prefiera seguir consumiendo estos contenidos televisivos, pues hágalo sin emocionarse tanto, echándose agua fría cada vez que se le caliente y viendo todo como un simple divertimento. Hay cosas peores que existen y de las que realmente hay que indignarse. Para lo otro, el control remoto.