El reciente lanzamiento de un misil balístico de alcance medio por parte de Corea del Norte -no lo hacía desde 2017-, y que cayó en el mar llamando la atención de los servicios de seguridad de Corea del Sur y de Japón, por supuesto que no ha sido parte de un programa preparado con anticipación de ejercicios con armas de capacidad nuclear. Nada de eso. Seguramente King Jong-un dio la mano a Vladimir Putin para mandar el mensaje a la OTAN y por tanto, a EE.UU., de que serían capaces de cerrar filas con Moscú si acaso se desencadena un proceso bélico que seguiré descartando. El misil norcoreano no solamente busca llamar la atención en el marco geopolítico ucraniano, el espacio de tensiones entre Washington y Moscú, sino principalmente en el Consejo de Seguridad a donde acaba de recurrir el gobierno de Joe Biden para evitar un conflicto. Corea del Norte apoyará cualquier movimiento en detrimento del mantenimiento del área de influencia de Moscú porque sencillamente no le conviene que esos espacios queden vulnerables. En efecto, es verdad que Pyongyang siempre recurrirá a China, su soporte económico real, y también lo es que el binomio China - Rusia juegan en pared cuando se trata de bajarse los intereses de Estados Unidos, y es lo que harán como miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Basta una sola mirada retrospectiva para confirmarlo. En el Consejo fueron precisamente Moscú y Beijing los que vetaron los intentos de Barack Obama de bombardear Siria las dos veces que EE.UU. lo requirió. Pareciera que esa misma actitud demócrata es la apuesta de Joe Biden. Lejos en las formas y estilo de Donald Trump, con toneladas de pragmatismo, que pasó por encima del Consejo de Seguridad, y decidió bombardear Damasco al poco tiempo de asumir su mandato. Pero el misil norcoreano no pasará de ser solamente una medida disuasiva. Como hemos referido en columnas recientes, la disuasión se ha convertido en la práctica dominante porque bien saben los Estados que a ninguno conviene un escenario bélico. Una tercera guerra mundial sería una locura pues todos perderían. Las guerras también tienen sus momentos y deben contar con ciertas bases políticas (EE.UU.) y económicas (Rusia) en los frentes interno y externo que, a mi juicio, no las tienen en estos momentos.