La decisión del gobierno de Donald Trump de retirar el arancel del 10 % a las economías que no implementaron represalias comerciales, tras el aumento arancelario unilateral implementado, dejó respirar tranquilos a los empresarios de más de 75 naciones y a las focas de las islas McDonald’s.

No así a los chinos que, en la práctica, son los únicos que se han quedado no con un arancel de 10 %, sino ¡de 134 %! Con ellos también han salido perjudicados los grandes inversionistas norteamericanos que, por casi 50 años, han estado invirtiendo en el país asiático con el ánimo de proveer su mercado natal, lo que los deja fuera de juego con semejante subida. Es por esta razón que las bolsas de todo el mundo, si bien se han recuperado tras el anuncio de la inaplicación del arancel del 10 %, se han vuelto a deprimir porque no se sabe qué pasará con la producción de empresas como Tesla, que importa un millón de vehículos a los EE.UU. desde su fábrica en Shanghái.

La interpretación de qué es lo que estaría buscando Donald Trump con semejante medida, varía, por cierto, China ha respondido con 125 % de arancel para las importaciones norteamericanas. Según algunos analistas, se trata de conseguir ingresos fiscales que ayuden a pagar la inmensa deuda pública del Tío Sam, otros creen que se trata de una medida que busca volver la deuda de EE.UU. más barata, lo que se lograría generando incertidumbre y llevando los indicadores cerca del límite, sin llegar a lanzarse al precipicio que vimos la semana pasada.

Solo el tiempo nos dirá qué ocurrirá tras las decisiones de este gobierno, que parece que llevara no 100 días sino una década.