El Diccionario de lugares comunes, obra escasamente conocida y abrumadoramente ingeniosa, fue escrita por el novelista francés Gustavo Flaubert, durante gran parte de su vida adulta. Su ambiciosa labor intelectual quedó inconclusa, pero a pesar de esta fatal incompletitud, su Diccionario, fue un proyecto que lo entusiasmó con furor, y esto lo demuestra Flaubert en partes de su correspondencia. Escrita en orden alfabético, la obra aborda todos los temas posibles. Fue dispuesta por el autor y escrita (como testimonia Gustavo Flaubert en una carta a su amigo, el poeta Luis Bouilhet) “de tal manera que el lector no termine de saber si uno se burla de él”. La obra tiene completa actualidad y convencido de su utilidad, recurro a ella para pensar nuestra época. Dice Flaubert: “Época (nuestra). Protestar en su contra. Lamentarse de que no es poética. Llamarla época de transición, de decadencia”. A pesar de la inherente ironía, la definición de época, es indudablemente cierta. Podemos emplearla sin esfuerzo y relacionarla con la nuestra. En la actualidad, ¡la madre de todos los vicios es la ideología progresista!, que atraviesa todos los espectros políticos, desde el liberalismo hasta el marxismo. En su vientre, conviven la ideología de género, la ofensiva paridad de género, el vergonzoso lenguaje inclusivo, la defensa del aborto libre y sin restricciones, el firme deseo de expulsar a Dios de la vida pública y social de las naciones, la desnaturalización de la institución matrimonial, la intolerancia, la supuesta superioridad moral, los políticos globalistas, etc. El pueblo peruano, que no está inmune y puede contraer el virus progresista, debe enfrentarlo y vencerlo.