La comunidad educativa, especialmente los profesores, esperábamos que el currículo escolar (DCN 2009) perdurase por un buen tiempo como conjunto de aprendizajes que debían diversificarse a nivel regional e institucional. Grande fue nuestra sorpresa cuando el 2012 la nueva gestión ministerial lo puso de lado -sin ninguna evaluación previa- e introdujo las recordadas “rutas, aprendizajes fundamentales y marcos curriculares nacionales (3)” que generaron entre los docentes una gran confusión que dificultó el trabajo pedagógico. El 2015 el ministro Saavedra usó un nuevo camino para formular el Currículo Nacional de la Educación Básica (CNEB), el cual se aprobó en junio y diciembre del 2016. Es el currículo vigente organizado, entre otros, por lo siguiente: perfil del egreso, áreas curriculares, competencias de aprendizajes y desempeños educativos.

El 2017 comenzó su aplicación en centros focalizados de primaria. El 2018 incorporó una gran cantidad de centros de inicial y primaria. Recién el 2019 se generalizó el CNEB en la educación básica, pero su aplicación en el 2020 y 2021 por la pandemia ha sido irregular.

Lo lógico es aplicar el CNEB durante varios años, y ver sus fortalezas y debilidades para cualquier ajuste , mejora o cambio . Pero líderes del partido gobernante hablan de considerar asignaturas como filosofía, psicología, educación cívica con conocimientos memorísticos, así como dejar de lado las competencias porque “los alumnos no deben competir entre sí”.

Lo preocupante es que el Minedu ha comenzado un proceso de “consulta y actualización del currículo” cuando los maestros recién se están familiarizando con el vigente. Esto implica que nuevamente se daría otro cambio del currículo escolar con las implicancias negativas que esto trae consigo en el quehacer pedagógico de los docentes y en una gestión curricular de calidad en los colegios.

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