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La última cinta del danés Lars von Trier, la discutida “Nymphomaniac” (2013) llegó a Lima. Realizada en dos volúmenes, se exhibe ahora la primera parte en las dos versiones concebidas por el cineasta, la internacional (117 min.) y la extendida (145 min.). Esta última con escenas de sexo explícito en las que se han usado dobles y maquillaje digital.

La historia es curiosa y atractiva. Una noche, un maduro y solitario individuo llamado Seligman (Stellan Skarsgard) encuentra a una mujer herida (Charlotte Gainsbourg) y la lleva a su departamento para ayudarla. Poco después, al recuperar la conciencia, ella le manifiesta que se llama Joe y se inicia entre ambos una larga conversación, básicamente centrada en el relato que hace la susodicha de su descontrolada adicción al sexo.

Al principio el asunto se percibe algo extraño, puesto que Joe no quiere que intervenga la policía y tampoco que la lleven a un hospital, como si ella tuviera la culpa de la aparente agresión que ha sufrido. Seligman, por su parte, aceptará escuchar a la mujer y se sentirá aún más intrigado ante la confesión inmediata de que es una ninfómana.

Von Trier propone una interesante reflexión sobre los límites de la sexualidad, en la que la protagonista, por ejemplo, cuenta que descubrió su ninfomanía desde los 2 años de edad y va narrando una serie de experiencias sexuales, pasando por la niñez, la adolescencia y especialmente los años juveniles, en los que la representación corre a cargo de la esbelta e inquietante Stacy Martin.

SEDUCTORA CALCULADORA. Todavía más interesante resulta el hecho de que la joven Joe sea quien, muy aparte del constante sexo al que se somete por propia voluntad o necesidad, se manifieste como una seductora calculadora, cerebral, y consiga atraer a muchos hombres de distinta apariencia y edad. Siendo así, totalmente consciente de sus actos y sin buscar el amor, este sentimiento aparecerá casual y justamente al reencontrarse con Jerome (Shia LaBeouf), el muchacho que le quitó la virginidad cuando tenía 15 años.

A lo largo del metraje se impone también el recuerdo de Joe sobre su padre (Christian Slater). Esto le permite a Von Trier desarrollar algunas buenas escenas en blanco y negro, especialmente aquellas de la agonía del progenitor en el hospital. Otro momento memorable es la súbita aparición de la esposa (Uma Thurman) de uno de los amantes de Joe -con sus hijos- en el departamento de la ninfómana. Una significativa muestra de destreza narrativa.

La personal visión del cineasta se enriquece con los peculiares

apuntes culturales del atento interlocutor de Joe, que relacionan el sexo con la pesca, la música de Bach o la polifonía medieval. La ficción enfrenta así al instinto con la razón, sobre todo cuando empieza a percibirse que el relato de la mujer podría contener más fantasía que realidad. La aventura no termina aquí y las peripecias asoman más reveladoras y contundentes en la continuación. Esperamos pronto el volumen II.