Cuando se muestran ante los peruanos situaciones como las protagonizadas por la cuestionada empresa Antalsis junto a su “promotor” Martín Belaunde Lossio, que de manera irregular gana licitaciones de obras que luego no se ejecutan, se encuentra una de las explicaciones de por qué la relativa bonanza económica que vive el Perú tras largos años de pobreza, no llega a todos los peruanos.

Se han generado los recursos públicos, hay dinero para hacer colegios, pistas u hospitales como nunca antes, pero por ahí aparecen estos personajes que hacen que la plata se vaya por el caño y nunca se hagan las obras. En Chiclayo, bajo la gestión de Roberto “Beto” Torres, sucedió algo similar. Se convocó a licitaciones para pistas y veredas, pero la corrupción ha hecho que muchos trabajos no se concreten.

Antes muchas obras no se hacían por falta de dinero. Hoy, muchas de ellas no se ejecutan porque la corrupción en el sector público lleva a que proliferen empresarios “truchos” -como esos que dieron plata en efectivo a “Beto” Torres- y que las cosas se queden a medias, en perjuicio de quienes podrían contar con mejores condiciones de vida gracias al tan mentado crecimiento económico de los últimos años.

Es urgente afinar los mecanismos de control y de sanción judicial y administrativa para evitar que la plata de todos los peruanos se quede en los bolsillos de malos empresarios y sus amigos, por más amistades que tengan en Palacio de Gobierno. El bienestar debe alcanzar a la mayoría y no solo a los que “rompen manos” y dejan las obras sin ejecutar.