En la semana que pasó, quedó claro que la constructora Odebrecht con sus sucios millones obtenidos sobornando y robando por aquí y por allá, sigue teniendo gran peso en la política nacional, al extremo que una de sus últimas movidas, que en su momento tendrá que ser aclarada, ha provocado un remezón que llevó al presidente Martín Vizcarra a cambiar, sobre la marcha, a cuatro ministros, dos de ellos involucrados en las andanzas de los brasileños.

Hagamos un poco de historia y recordemos que la “influencia” de Odebrecht en el Perú ha alcanzado a todos los gobiernos nacionales desde 2001 hasta la fecha. Desde Alejandro Toledo hasta Martín Vizcarra, pasando por Alan García, Ollanta Humala y Pedro Pablo Kuczynski. Sí, en el actual régimen también tiene “presencia” no solo en un gabinete con gente que ha trabajado para ellos, sino porque es capaz de generar, con un soplo, terremotos en Palacio de Gobierno.

Todo esto ha ocasionado un repentino “refresco” en la administración del presidente Vizcarra que, inicialmente, y de la noche a la mañana, mandó a su casa al procurador Jorge Ramírez, quizá sin imaginar que horas más tarde se sabría que algunos ministros y el premier Zeballos, estaban al tanto de las tratativas con los brasileños que desataron la crisis que pudo ser tranquilamente evitada con un mejor manejo político.

Un comentario aparte merece la salida de Flor Pablo de la cartera de Educación. Todo indica que su relevo la tomó por sorpresa mientras visitaba colegios en Piura. Lo que sí caía de maduro era el relevo de Edmer Trujillo en Transportes y Comunicaciones. Más bien, era difícil entender cómo se mantenía en el cargo luego de conocerse los “peculiares” pagos que hizo por el Hospital Regional de Moquegua mientras trabajaba al lado del hoy mandatario.

Lo complicado ahora para el presidente Vizcarra, quien supuestamente no estaba al tanto de las “deferencias” de sus ministros con Odebrecht, es que ya no tiene a quién echarle la culpa de los dramas y papelones políticos de su gobierno. Ya no hay Congreso, ni fujimoristas ni apristas a los que pueda señalar como “obstruccionistas” y “saboteadores”. El interregno parlamentario ha puesto en evidencia las debilidades de un Ejecutivo del que muchos esperaban más.

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