Olmos y Chinecas

El país entero celebra la puesta en marcha del megaproyecto de irrigación Olmos, en la región Lambayeque, que permitirá captar el agua existente en la zona oriental de la cordillera de los Andes, para llevarla a la costa a fin de hacer fértiles casi 44 mil hectáreas y al mismo tiempo generar 40 mil puestos de trabajo de manera directa y 200 mil indirectamente. Se trata de una obra esperada por los peruanos por 90 años y que al fin se ha hecho realidad.

Sin embargo, la otra cara de la moneda es la situación en que se encuentra el proyecto especial Chinecas, en Áncash, que busca llevar agua a las inmensas pampas que rodean Chimbote, Nepeña y Casma -de ahí el nombre-. Ocurre que en los últimos años este fue manejado a su antojo por el expresidente regional de Áncash César Álvarez, el hombre que usó los recursos de la estratégica dependencia hasta para pagarle a los operadores de “La Centralita”.

Tengamos en cuenta que Chinecas no es poca cosa. Con el proyecto que anda en el naufragio tras los actos de corrupción cometidos por Álvarez y su red, integrada también por el amigo presidencial Martín Belaunde Lossio, se busca hacer fértiles entre 25 mil y 35 mil hectáreas, y permitir que en las pampas ancashinas que uno ve cuando viaja por la Panamericana Norte, se produzcan también vegetales para consumo directo y la agroexportación.

Es una lástima que mientras la región La Libertad va hacia arriba en parte porque tiene a Chavimochic, que viento en popa avanza en su tercera etapa; y hoy Lambayeque se alista a recibir los beneficios de Olmos; los ancashinos, que se equivocaron al votar por quien hoy está preso en Piedras Gordas, estén condenados a pasar varios años más rodeados de áridos pampones que bien podrían ya estar cubiertos de vegetales.

El proyecto Chinecas, donde se deben invertir S/.1428 millones en los siete años estimados que dure su ejecución, es una muestra palpable de cómo la corrupción de los funcionarios públicos es una tremenda zancadilla al desarrollo e impide que se genere empleo directo e indirecto para miles de personas que, al menos hasta que no llegue una administración honesta a Áncash, seguirán viviendo en medio de un improductivo desierto, viendo cómo liberteños y lambayecanos siguen creciendo.

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