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La justificada caída de Evo Morales, un dictadorzuelo disfrazado de demócrata que la testaruda izquierda nacional se niega a criticar, abre un escenario distinto en la geopolítica sudamericana, en el que las próximas elecciones generales del Perú pueden ser cruciales. Por lo pronto, y tras el descalabro del líder indígena, el socialismo podría abandonar dos bastiones que han permanecido intangibles en los últimos 15 años si el próximo 24 de noviembre se impone el centroderechista Luis Lacalle Pou (Partido Nacional) en Uruguay, que destronaría así el largo reinado del procubano Frente Amplio. La presencia del espectro ideológico rojo en la región quedaría entonces supeditada a la dictadura castrochavista de Nicolás Maduro (que se mantiene solo por su alianza con el militarismo delincuencial), a la continuidad del peronismo con Alberto Fernández en Argentina (desacreditado por la presencia corrupta de Cristina K) y al más moderado Lenín Moreno en Ecuador (cuya ruptura con Rafael Correa lo enaltece como referente político si no se deja seducir por los excesos del poder). Es en ese contexto que el Perú puede afianzar una tendencia que restituya el camino abandonado por PPK y que la centro derecha, sistemáticamente, ha fracasado en construir. ¿Quiénes pueden representarla? Hay pocas opciones con ideas claras pero, con algunos matices, Rafael Belaunde Aubry, Carlos Neuhaus, Fernando Cillóniz, Raúl Diez Canseco y hasta Alfredo Barnechea podrían ser posibilidades a explorar si saben transmitir el mensaje central de reimpulsar el modelo a través de la ejecución de reformas pendientes y fundamentales. Las alternativas rosas de Salvador del Solar y Julio Guzmán solo nos devolverían a la gelatinosa e irrelevante gestión de Martín Vizcarra, a su opaco liderazgo y a su liviandad académica. Es urgente ir formando una plataforma sólida en conceptos como el capitalismo popular como motor del crecimiento, la guerra contra la informalidad y la disminución de las brechas sociales por la vía de una economía abierta y un Estado eficiente. Es vital, desde ahora, emprender una organización política capaz de transmitir estos conceptos con inteligencia, versatilidad y objetivos electorales, y darle así una opción viable al país, una alternativa al socialconfuso espectro que suele aglutinarse en el siempre cómodo centro.