Parece difícil de creer, como un deporte puede sumar tanto en el ánimo de la gente. Esta semana, se jugó un partido de fútbol, donde durante 90 minutos, miles de peruanos se olvidaron de la desgracia, del infortunio y la frustración, y solo tuvieron aire para gritar con rabia los goles de la selección nacional.
Es cierto que posiblemente el fútbol es lo más importante entre las cosas menos importantes, pero vasto un partido, para que después de muchos días, se hable más de la fuerza incontenible de jóvenes jugadores que sueñan, que de huaycos e inundaciones que arremeten sin tregua a nuestro país. Muchos peruanos pudieron desahogar su dolor en un grito de triunfo.
Fue el fútbol quien nos recordó que solo bastan actos sencillos; de entrega sincera y pundonor, para derrotar por un instante la tragedia y la tristeza. Ganaron once jugadores, pero nada hubieran logrado, si no contaban con el aliento de todos los peruanos; porque la verdad que ningún jugador es tan bueno, que todos juntos.
Ahora lo único que nos falta, que la educación despierte la misma pasión que la “magia del fútbol”.