La Alianza del Pacífico destaca dos conceptos clave que deseo compartir: oportunidad e innovación. El primero está vinculado con las razones que motivaron su creación, especialmente ante la expectativa que generaban los países emergentes del Asia y las nuevas rutas comerciales que podían trazarse desde el hemisferio sur hacia ese bloque dinámico de más de veinte economías. La segunda, innovación, se refiere al modo en que sus miembros optaron por organizarse tras múltiples intentos fallidos de integración regional. A diferencia de esquemas como la Unión Europea o la Comunidad Andina, la Alianza del Pacífico no se estructuró sobre la base de instituciones comunitarias, tampoco cediendo soberanía, sino mediante una política de Estado sostenida por una alianza estratégica entre el sector público y el sector privado.
Pese a los cambios de gobierno y las distintas orientaciones ideológicas, los países miembros han mantenido el compromiso con esta política de Estado. Gracias a ese consenso, otros países han manifestado su interés en sumarse, siguiendo el ejemplo de los fundadores. En este contexto, se abren nuevas oportunidades para mejorar la infraestructura terrestre, lo cual beneficiaría especialmente a aquellos países que, sin tener una salida directa al Asia-Pacífico, buscan acceder a sus mercados en menos tiempo y con mayor eficiencia. La innovación de un modelo de integración basado en la colaboración público-privada ha dado lugar a una renovada oportunidad de desarrollo conjunto, consolidando a la Alianza del Pacífico como una plataforma moderna y flexible en el escenario regional y global para la libre circulación de personas y capital.