La campaña electoral en el Perú es una guerra silenciosa por el control del Estado, me comentaban hace poco; la corrupción estructural, el narcotráfico territorial, la minería informal, la sumisión del Poder Judicial y la politización del Ministerio Público, han creado una maquinaria perfecta. Un país con 43 candidatos para las próximas elecciones no es una carrera presidencial, es una crisis política total. Según una reciente encuesta nacional (CPI) se concluye que los peruanos nos consideramos mayoritariamente de “centro” (34,1%), sin entender mucho si ello significa que no nos interesa la política o que no tenemos idea de lo que se trata este asunto. Sobre este margen de “neutralidad”, 22,9% de los entrevistados se declara de “derecha moderada” y 4,3% de “extrema derecha”. En contraste, apenas 8,5% se reconoce en una “izquierda moderada” y 2,1% en “izquierda extrema”. En resumen, 10,6% se inclina del medio hacia la izquierda y 2l,57% del medio a la derecha. Sin embargo, el peligro de que dos partidos de izquierda radical, marxista/comunista, lleguen a la segunda vuelta electoral y, por ende, al poder, en el 2026, no esta del todo descartado.
Si tenemos en consideración que los votantes peruanos depositan su voto en el ánfora más por emoción y no necesariamente por convicción, y que muchos otros votan como “protesta” ante la desidia del Estado o la ausencia del mismo en algunos rincones del país, las cosas pueden ponerse color hormiga. La reciente designación de Vicente Alanoca como candidato presidencial en reemplazo de Verónika Mendoza, por ejemplo, debería ponernos en alerta. El señor Alanoca, a diferencia de personajes como Pedro Castillo, es un puneño con sólida formación profesional y bien articulado, que bien podría recoger la simpatía de los peruanos de la sierra sur e ir escalando hasta convertirse en el “outsider” que nadie ve nunca venir. Sería bueno que los partidos de centro y de derecha, pudieran unirse en una alianza única, en primera vuelta. La cantaleta de que todos pretendan tentar suerte y buscar alianzas únicamente en la segunda vuelta, puede traernos sorpresas que luego podríamos lamentar. El concebir que el éxito consista en ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo, podría recordarnos la célebre frase de Winston Churchill, pero el futuro del Perú no puede estar cada cinco años en un albur.