Esta semana que llega a su fin se ha demostrado, una vez más, que estamos ante un Congreso plagado de delincuentes, pillos y sinvergüenzas que por un lado están tratando de que los profesores condenados en primera instancia por violación sexual y terrorismo puedan seguir trabajando con niños y jóvenes; mientras que en la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales se acaba de blindar con el mayor descaro a Rosio Torres, una de las acusadas de “mochasueldos” con abundantes evidencias.

En el primer caso, tal como alertó El Comercio, son tres congresistas de izquierda, Flavio Cruz, Paul Gutiérrez y Alfredo Pariona, los que ha presentado proyectos para dejar sin efecto la norma que hace que docentes condenados en primera instancia por los mencionados delitos, sean apartados de la enseñanza, lo cual es lo más sensato que puede existir. Para estos señores es más importante que los profesores estén en contacto con estudiantes, trabajen y cobren, que proteger a los estudiantes. Todo un crimen.

Tres días después, ayer viernes, la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales a cargo de María Acuña (APP), quien en su momento también se libró de una acusación de “mochasueldos”, ha archivado la denuncia contra su colega de bancada Rosio Torres, embarrada hasta la pared del frente. Pero así es nuestro Congreso de otorongos que luego se preguntan por qué la gente los rechaza con tanta fuerza, y encima tienen el desparpajo de culpar a la prensa de hacer campañas en su contra.

Pero eso no fue todo lo conocido de ese grupo de trabajo. En Correo Lima hemos informado ayer que de las 42 denuncias constitucionales presentadas contra legisladores en funciones, no se ha visto ni una sola. ¿Alguien nos puede venir a decir que acá no hay blindaje? Y en esto no solo está metida la izquierda o la derecha. Están todos, al igual que en blindaje a Rosio Torres, así que no nos traten de decir que “los sinvergüenzas son los del frente y no nosotros”.

Lo peor es que ni siquiera existe de esperanza de que nos vamos a librar de estos personajes a partir de julio del 2026, pues ellos mismos han aprobado la posibilidad de reelegirse, así que estemos listos para ver a esta gente y quizá a otra peor en el siguiente Parlamento, todos ellos con la seguridad de que puedes hasta robar el sueldo de sus trabajadores y que nada te pasará, con la certeza de que la frase “otorongo no come otorongo”, está más viva que nunca.

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