El presidente Pedro Castillo dijo en una entrevista que agotará todos los medios legales para cambiar la Constitución y deja entrever que la Carta Magna ya está desfasada. Es por ello que el Gobierno presentó la demanda de inconstitucionalidad de la norma que regula el referéndum. Esperemos que por el bien del Perú, no se agudicen las contradicciones y no concluya todo en otra compleja coyuntura política, que solo genera incertidumbre e inestabilidad.

Ya se conoce que las acciones para promover una Asamblea Constituyente generan polarización y se forman bandos irreconciliables. Lo peor es que se ingresa a un terreno tenebroso en el que se compromete hasta la economía, algo que no beneficia de ninguna manera al ciudadano de a pie. Esto es preocupante porque se divide al país y así es casi imposible avanzar.

Mientras los peruanos se ven afectados en sus condiciones de vida por la inseguridad ciudadana, las carencias del sistema de salud, la desocupación, la crisis económica y la corrupción, el que prometió solucionar todo esto está más preocupado en su agenda propia.

Hay una canción de Joaquín Sabina que tiene unas letras que dicen así: “Y cada vez más tú/ Y cada vez más yo/ Sin rastro de nosotros”. Me acuerdo de ese tema (“Amor se llama el juego”) analizando esta coyuntura política del país. Los actuales gobernantes no trabajan para nosotros. Es evidente que no hay un compromiso común. Hay un despliegue de demandas y reivindicaciones que no se complementan.

La última palabra sobre este tema lo tiene el Tribunal Constitucional. Confiamos que se ubique a la altura de los desafíos presentes y no tire por la borda el sistema democrático.