Las “explicaciones” que Dina Boluarte Zegarra ensayó para explicar la procedencia de los relojes Rolex que usó desde que asumió la Presidencia de la República no han hecho más que ahondar la crisis política del país y volver su situación legal cada vez más precaria.

Si es que acaba su mandato y no es vacada por el Congreso, la presidenta no puede ser acusada por la comisión de algún delito hasta el 29 de julio del 2026, pero sí puede ser investigada, como viene ocurriendo.

Entonces, la mandataria haría bien en aprovechar este tiempo que le queda con las prerrogativas de aforada para revisar un poco la historia reciente del país y recordar dónde terminó la última persona que intentó hacer pasar por un préstamo una entrega ilícita de dinero.

En una conferencia de prensa para el olvido, Boluarte Zegarra usó las mismas tácticas que su antecesor, el golpista Pedro Castillo, se victimizó e intentó culpar a la prensa de dar a conocer que usaba joyas valorizadas en miles de dólares cuyo origen era, hasta el pasado viernes, desconocido.

Señora presidenta, los medios de comunicación no la forzaron a usar esas joyas ni la obligaron a otorgar partidas presupuestarias millonarias a su también investigado benefactor. No nos culpe de su simplismo ni de que la deslumbren con joyas.