El incremento de casos de coronavirus ha generado siempre un panorama dramático en nuestro país. Las colas y el calvario para conseguir un balón de oxígeno o una cama UCI fueron una odisea en los primeros años de pandemia. Ahora el sufrimiento de los ciudadanos es por conseguir una prueba gratuita de descarte de COVID-19.

Ante el desborde de contagios en el Perú, muchos forman colas desde el día anterior y duermen en el piso, pese a estar en mal estado de salud. El problema es que en los puntos de toma de pruebas hay un desabastecimiento de test. Y peor, los pocos que pueden lograr sacarse el examen tienen que esperar mucho tiempo para que les den los resultados. En tanto, las líneas telefónicas del Ministerio de Salud están colapsadas y rara vez responden.

Es evidente que el sistema de salud de nuestro país sigue a la deriva. Estamos pasando un momento muy crítico a nivel político y económico. Si a esto le sumamos el problema sanitario, es evidente que la gente se siente defraudada por este Gobierno, que se suponía iba a tomar muy en serio la tarea de resolver las demandas de los sectores más vulnerables. Las promesas del presidente Pedro Castillo siguen allí, mientras su práctica política sigue otro camino. Hoy está claro que se ha producido un divorcio entre sus discursos de campaña y sus decisiones del presente.