La criminalidad sigue creciendo en nuestro país y el Gobierno no da muestras claras de acabar con estas lacra. Sus discursos tienen este tenor: “Señores y señoras, entiendo que las calles estén colapsadas por la delincuencia y que el Estado no ha sido capaz de restablecer la seguridad ciudadana,, pero usted debe entender que tenemos un ‘Cuarto de Guerra’, así que esté tranquila”. ¿De qué sirve una sala de reuniones si en las calles manda el crimen?
“Parece que a los del ‘Cuarto de Guerra’ los asesoran los de Esto es Guerra”, ironizan algunos. Y no les falta razón.
“Lo importante es el propósito, el espíritu de lo que se quiere lograr”, dijo hace poco el jefe del Estado Mayor de la Policía Nacional, Óscar Arriola. Toda una declaración de intenciones. Pero con la voluntad no basta. El país necesita resultados, no solo buenos deseos.
Así, no hay manera de ganar esta guerra. La ciudadanía está sola frente a mafias cada vez más audaces. La extorsión no solo es un delito; es una señal de que el Estado se está replegando. Y mientras eso no cambie, la delincuencia seguirá avanzando, imparable.
La respuesta del pueblo no se ha hecho esperar. Los transportistas, hartos de la inseguridad que los asfixia a diario, anunciaron para hoy un nuevo paro en la capital. Más de 20 mil unidades se plegarán a esta medida de protesta. Es un grito desesperado que debería retumbar en los oídos del poder.
No se combate el crimen con frases efectistas ni con propuestas improvisadas. Se combate con estrategia, transparencia, liderazgo firme y, sobre todo, resultados. De lo contrario, el llamado “Cuarto de Guerra” no será más que otro decorado en el gran teatro de la inseguridad ciudadana.