Es positivo para el país que por fin se estén tomando medidas para que al menos en algo, la empresa estatal Petroperú, quebrada desde hace varios años pero mantenida a flote por razones más ideológicas que técnicas, deje de ser un agujero negro por donde se van los escasos recursos del fisco que bien podrían ser usados en atender situaciones graves como el abandono de la seguridad ciudadana, la educación pública y a salud de los más pobres, que son tratados en condiciones indignas de seres humanos.

Como ha informado ayer El Comercio, en total son ocho las medidas adoptadas por el directorio de la empresa, entre ellas la llegada de una administración privada y que el inmenso edificio del cruce de Canaval y Moreyra con Paseo de la República, sea vendido o concesionado, y que los trabajadores que están en Lima vayan a Talara, algo que tiene mucha lógica si se tiene en cuenta que es en esa ciudad de la región Piura donde se concentran las operaciones de lo que queda de la compañía.

Por fin el gobierno ha decidido meter la mano y cerrar ese forado llamado Petroperú, a pesar de los reclamos que vendrán de los sindicatos y de los sectores políticos que los apoyan con el argumento de las “empresas estratégicas”, que en realidad son focos de ineficiencia, corrupción y despilfarro que han llevado a perder millones de soles en tratar de mantener a flote a una compañía que vio agravada su situación financiera con la construcción de la nueva Refinería de Talara.

No olvidemos que a la refinería que ha costado millones que difícilmente serán recuperados, y que viene de los tiempos de Ollanta Humala y sus sueños “revolucionarios” que ahora lo tienen con un pie en la cárcel, se suma el pésimo manejo que dio a la empresa el penoso régimen de Pedro Castillo, en que se colocó como titular de la empresa a un sinvergüenza llamado Hugo Chávez, que con su “gestión” llevó a la petrolera a la peor situación financiera de su historia.

El caso de Petroperú, uno de los últimos rezagos del “estado empresario” que ha generado al Perú millonarias pérdidas a lo largo de varias décadas, es una muestra de lo que podría ocasionar el cambio de Constitución como el que sueña la izquierda arcaica que tenemos en el país, esa que dice que en Cuba y Venezuela hay democracia, y cuestiona a las economías abiertas, pero a la primera que puede parte a Miami a hacer turismo, si es que aún no tienen la ciudadanía de Estados Unidos y casas compradas en “el imperio”.