Que apenas 11 partidos se hayan unido para formar 5 alianzas es una resonancia magnética que expone mucho de los males de la política peruana. Solo la cuarta parte de 43 partidos intentó construir un consenso y apenas en un caso se unieron tres partidos. En el resto, son binomios no exentos, a estas alturas, de disputas internas.

Hay, en el Perú, una angurria por el poder. No parece existir, en el escenario actual, que los partidos y sus líderes enfoquen sus perspectivas en políticas a favor del país y depongan sus intereses a estas, que es el fin supremo del servicio público.

Así, todo se reduce a la cantidad de diputados, senadores, parlamentarios andinos y participación en la plancha que cada uno tendrá en una eventual coalición y, ante las más mínimas adversidades y roces, se opte por ir solos. Porque ir solo implica tener todos los cupos para la agrupación, en la cual, a su vez, habrá otra guerra fratricida de vanidades y egoísmos.

Esta dispersión, no obstante, señalan los especialistas, tendrá un lado positivo: Los que no obtengan el 5% de la elección congresal desaparecerán como partido. Es decir, estos cascarones convertidos en remedos de agrupaciones políticas, pero que en realidad son solo depredadores del poder, tendrán un duro castigo. Después, ya no será tan fácil inscribirse.

En suma, el elector peruano tendrá una gran oportunidad de limpiar la cancha de estos colectiveros informales que transitan por la política gracias a un aprovechamiento congresal, que eliminó las PASO, que era el gran requisito a superar.

El botín que buscan captar es, además, el financiamiento estatal que tendrán por 5 años los partidos que alcancen representación congresal. Un derroche bárbaro e inadmisible que el próximo Congreso debería abolir. ¿Será posible pensar bien, elegir y concentrar el voto en pocos partidos?