Lo señalado a Gestión por ministra de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS), Hania Pérez de Cuéllar, sobre cómo encontró el sector tras el inepto y corrupto gobierno de Pedro Castillo, muestra cómo manejo el Estado, en general, ese régimen plagado de pirañitas y pájaros fruteros que desde el primer día llegaron a robar todo lo que estuvo a su alcance, siempre bajo la conducción del cabecilla hoy recluido en el penal Barbadillo.

Donde estaba la plata, estaba el cardumen de arrasadores de los fondos públicos capitaneados por quien hoy se vende como un inocente y humilde profesorcito de escuela rural. Sucedió, tal como afirma la ministra Pérez de Cuéllar, en Vivienda, Construcción y Saneamiento, donde estaba al frente el impresentable de Geiner Alvarado. También lo vimos en Transportes y Comunicaciones (MTC), con el prófugo chofer de combis piratas Juan Silva.

Lo mismo sucedió en Petroperú, donde fue colocado Hugo Chávez a cambio de un pago en efectivo al propio Castillo, según hipótesis del Ministerio Público. La compañía está en la quiebra, pero sí había recursos para los negociados por debajo de la mesa. Al final, los que estamos pagando el rescate de la principal empresa estatal somos todos los peruanos, incluyendo a los que salen a marchar en favor del profesor presidiario.

Irónico que luego de semejantes robos, haya gente que quiera una Constitución que permita al estado ser empresario y manejar todo a su antojo, incluyendo la telefonía, la minería, la aviación comercial, el transporte de pasajeros, y la salud y la educación en su totalidad. ¿Se imaginan a los amigos o ahijados de “Puka” Bellido y Guillermo Bermejo, o a uno de “Los dinámicos del centro” al frente de una minera o de una aerolínea?

El año y medio que el Perú padeció a Castillo en Palacio de Gobierno ha implicado un gran retroceso. El gobierno estuvo dedicado a sobrevivir agarrándose con las uñas del poder, en lugar de hacer gestión en favor de los peruanos, especialmente de los más necesitados. Sectores como MVCS y MTC son vitales para la reducción de la pobreza y la mejora de las condiciones de vida de la gente, pero fueron usados para robar. Eso no tiene perdón.

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