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Cuando el país es testigo, casi a diario, del desfile de una serie de personajes por calabozos de las comisarías policiales y carceleras del Poder Judicial, por estar implicados en diversos actos de corrupción y con un sistema de justicia bastante cuestionado y controvertido, es necesario que los cambios se den para bien de un Perú que lucha por consolidar su democracia.

Y uno de esos pilares es justamente la administración de justicia, que en los últimos tiempos no goza de la aprobación popular por los frecuentes destapes sobre malos manejos de parte de ciertos magistrados y personal que tiene esa delicada labor que cumplir.

El maestro de la pintura mundial, Leonardo da Vinci, citó una vez: “La justicia requiere poder, inteligencia y voluntad, y se asemeja al águila”. Conceptos que se demandan y requieren hoy en día si realmente se pretende limpiar esa suciedad existente en el Poder Judicial, donde se tejieron redes de corrupción para controlar el poder, a favor de unos y que se descubrieron, investigaron y castigaron -consideramos- por una mayoría de profesionales probos que apuestan por limpiar esa percepción negativa que se tiene.

El jueves último fueron elegidos los nuevos presidentes de las cortes superiores de justicia del país y del Poder Judicial, quienes asumirán los cargos en un momento complejo y de reforma necesaria que urge hacerse para desterrar, de una vez por todas, a los malos elementos que tanto daño le hacen al sector. Es hora de trabajar, pero en serio, en el Poder Judicial pues ya demasiada agua corrió bajo el puente.

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