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La discusión sobre la ideología de género ha llegado a la OEA. Diversos grupos provida han manifestado su interés en lograr que el organismo internacional apoye políticas familiares en lugar de promover la expansión de iniciativas ancladas en la ideología de género. El Perú ha tenido un protagonismo histórico en este reclamo. Un capítulo más de la guerra cultural se desata ahora en el foro americano por excelencia. Latinoamérica se ha convertido en un gran campo de batalla en el que la ideología de género es el caballo de Troya de un proyecto político de larga envergadura. La polarización ideológica ha llevado a poner en duda incluso el propio concepto de soberanía, sobre el que se basa la existencia de los estados-nación americanos. Si cambia la idea de soberanía, cambia el Estado. Y hacia eso apuntan los defensores del género.

En efecto, la soberanía es clave para comprender la fundación y el desarrollo del Estado moderno latinoamericano. El poder exclusivo y excluyente del pueblo soberano es un obstáculo para los ideólogos de género que consideran que, por encima de la soberanía estatal, se encuentra el programa ideológico que debe ser legitimado por el Derecho, incluso en contra de la elección de las mayorías.

En tal sentido, lo que quiera la mayoría ya no interesa. Si la mayoría prefiere que el Estado promueva a la familia, el Estado debe responder con un nuevo concepto de “soberanía selectiva”. En el fondo, para este nuevo orden ideológico, solo importa lo que los ideólogos quieren promover. La soberanía ya no se basa en el consenso del liberalismo clásico. Ha nacido la soberanía selectiva. El poder ya no es del pueblo, solo de una elite.