Partiendo del esquema elemental o mínimo de lo que significa un sistema de partidos que se hace objetivo mediante “interacciones regulares”, y se mide a partir de dos elementos, uno numérico referido al número de partidos políticos y el otro referido a la distancia ideológica que existe entre los mismos, es decir los alineados con una visión del mundo desde la perspectiva denominada de “izquierda”, (radical, “caviar”, progresista) y sectores de “derecha”, dentro de este segundo aspecto (distancia ideológica) encontramos dos dinámicas, una centrífuga y otra centrípeta.

La dinámica centrifuga es la que se presenta cuando se imponen las posiciones radicales o de izquierda o de derecha, es decir en la oferta de identificación con una línea ideológica ganan espacios la de los extremos. Ello determina que los partidos de posiciones menos radicales terminen alineándose con alguna de las posiciones extremas.

En cambio, a la inversa es cuando las posiciones se aglutinan hacia el centro, es decir que las preferencias se dan en torno a las opciones de centro izquierda o centro derecho. Las fuerzas extremas se adhieren a estas cual fuerza centrípeta, es decir la atracción es hacia el centro.

En ambos escenarios se pueden encontrar consecuencias negativas. En la dinámica centrípeta se puede advertir por la población que la oferta política es la misma. Si bien se percibe cierta moderación en las propuestas, la tendencia será que determinados sectores busquen alternativas nuevas dando paso a los “outsiders” o aventureros de la política.

La dinámica centrífuga, según Sartori, en un sistema multipartidista como el nuestro, resulta siendo la más dañina, ya que se dificultan los consensos y los ciudadanos terminan optando por posiciones radicales que conducen a regímenes totalitarios, como es el caso venezolano.

Ante el desastre del actual gobierno de “izquierda”, urge ir diseñando el futuro político del país, trabajar una verdadera reforma política que construya partidos sólidos para evitar más aventureros, radicales y corruptos que destrozan la institucionalidad y la democracia.

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