Podemos decir, sin caer en la desproporción, que la política tiene una característica específica: nos referimos al principio de “ubicuidad”, es decir, que la política está presente en todas partes y al mismo tiempo. Casi que llega a adquirir la categoría metafísica de la omnipresencia. Ahora bien, si la política está presente en todos lados porque influye en el ordenamiento social, es fundamental que quienes tomen las decisiones sean los mejores. Por eso, antes de ingresar a la política, es innegociable prepararse. Para llegar a ser políticos de gran estatura intelectual, de probada honorabilidad y respetabilidad, es clave prepararse. Hay un consejo que da el maestro Kungtsé, que, latinizado por los jesuitas del siglo XVI, principalmente por el teólogo Matteo Ricci, lo conocemos como Confucio, y que tiene como obra cumbre en materia política las Analectas, también conocidas con el nombre Lun Yu o Conversaciones Filosóficas. Dice Confucio: “Antes de acceder al cargo público, primero es indispensable adquirir los talentos, los conocimientos y las virtudes necesarias para ocupar dignamente el cargo, al que aspiramos”. Necesitamos políticos preparados, que no estén superficialmente barnizados de comportamiento democrático, que tengan cultura, que sean capaces de extirpar aquellos vicios nacionales hondamente enraizados: el espíritu de mediocridad y de corrupción moral. Precisamos políticos que respeten de manera ilimitada la separación de poderes, que sean ejemplo para la juventud, que estén firmemente comprometidos en defender la supremacía de las normas constitucionales, y que aspiren al bien común.