En años recientes, un número creciente de votantes de minorías en EE.UU., incluyendo asiáticos, negros, e hispanos, especialmente aquellos sin estudios universitarios, han virado hacia el populismo de la derecha, decepcionados por los demócratas. Este fenómeno, que se ha intensificado desde el año 2022 y refleja una desilusión por la incapacidad de los partidos tradicionales de atender sus necesidades económicas y sociales.

Estos grupos, históricamente marginados, encuentran en el populismo de extrema derecha, con su escepticismo hacia el liderazgo democrático, nacionalismo y crítica a la globalización, una nueva forma de representación que desafía a sus antiguas afiliaciones políticas.

Esta tendencia no es exclusiva de EE. UU.; en Perú, los votantes previamente leales a partidos de centro e izquierda también podrían sentirse atraídos por propuestas populistas y nacionalistas radicales de extrema derecha, impulsados por la insatisfacción con las gestiones “democráticas”, incapaces de resolver problemas críticos como la inseguridad, el desempleo y la falta de servicios básicos.

Este giro sugiere una reconfiguración política basada en la desilusión con las promesas incumplidas de la democracia liberal en cuanto a inseguridad, desempleo, mediocridad en la salud y educación, pobreza y el atractivo de alternativas autoritarias percibidas como exitosas en el pasado, lo que los políticos deben considerar seriamente de cara a las elecciones del 2026.

Los políticos que pretenden gobernar el país deben tener presente estos sentimientos porque dominarán el panorama electoral del 2026.

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