El lunes por la noche, la presidenta Dina Boluarte sostuvo una reunión virtual con el líder opositor venezolano Edmundo González Urrutia, a quien expresó su respaldo en la lucha que viene emprendiendo en contra de la tiranía chavista encabezada por Nicolás Maduro, quien luego de robarse escandalosamente los resultados de las elecciones de julio último, se alista a iniciar en 48 horas un nuevo mandato totalmente ilegal e ilegítimo, de espaldas a todos los países democráticos y organismos multilaterales.

Sin embargo, como lo alertó esa misma noche el excanciller Javier González Olaechea, durante el encuentro virtual faltó que la mandataria peruana reconozca a González Urrutia como presidente electo de su país, que en efecto lo es por haber ganado los comicios con una amplia ventaja sobre Maduro, quien a través de su órgano electoral títere se proclamó vencedor, algo que en el Perú solo creen el prófugo Vladimir Cerrón, su hermano Waldemar y varios de los legisladores elegidos por el lápiz.

Ayer por la mañana, a través de RPP, el canciller peruano Elmer Schialer ha señalado, por fin, que González Urrutia es en efecto el presidente electo del país caribeño, algo que todo ciudadano de bien que crea en la democracia, la libertad, el valor de un proceso electoral, la separación de poderes y el respeto a los derechos humanos, no puede dejar de saludar, aunque sea una postura asumida quizá a regañadientes, motivada por la presión, y bastante tardía con relación a países vecinos.

Así las cosas, es de esperarse que una vez que este viernes Maduro asuma el poder de manera ilegal, con lo que se convertiría en un presidente de facto aún más paria y apestado de lo que ya es, el gobierno peruano tome la decisión de retirar definitivamente al personal de nuestra embajada en Caracas y solicite la salida inmediata de los funcionarios diplomáticos venezolanos que se encuentran en Lima. No tiene sentido mantener relaciones con una tiranía bananera, salvo las de tipo consular por razones humanitarias.

El Perú no merecía estar en la órbita de Cuba, Venezuela, Nicaragua, México y Colombia, que respaldan la toma de mando de Maduro. Hasta Chile, con el izquierdista Gabriel Boric al frente, ha tenido una postura firme de condena a esta nueva etapa de la dictadura chavista que durante 25 años mantiene cautivo a un país al que ha sumido en la miseria, la falta de libertades y una crisis humanitaria sin precedentes, todo en nombre de una “revolución” socialista que por donde se mire, ha sido un rotundo fracaso.