Ahora que se ha desatado la guerra entre Rusia y Ucrania me han preguntado insistentemente por qué razón Rusia no ha declarado la guerra como lo hizo en el pasado Chile a Perú. Lo voy a explicar. No es correcto y no es propio del derecho internacional (DI) contemporáneo, afirmar que exista una declaratoria de guerra, es decir, señalarla formalmente como si el derecho la avalara o la legitimara. No. Luego de las dos guerras mundiales (1914 -1919 y 1939 -1945), el mundo decidió proscribir el uso de la fuerza como método válido para el arreglo de los conflictos armados sobreponiéndose, en cambio, de manera totalizadora y ecuménica, el principio de la solución pacífica de controversias, que se convirtió en adelante, en una obligación para los Estados y para los demás sujetos del DI.

El arreglo pacífico, desde entonces, es considerado como un imperativo categórico de cumplimiento obligatorio -base kantiana- donde no existe ninguna otra posibilidad para la solución de las diferencias que no sea por el camino de la paz por eso es norma de ius cogens pues sí o sí el arreglo debe ser pacífico. De allí que la Carta de San Francisco, que es el tratado constitutivo de la ONU (1945), consagró como uno de sus propósitos centrales “Mantener la paz…” (Art. 1). A partir de ese instante la paz se convirtió en un concepto jurídico y garantista y la idea de la guerra fue erradicada del DI.

Por eso es insostenible que se pueda declarar formal o fácticamente la guerra, pues colisiona notablemente con la paz normativizada, cuya fuerza vinculante u obligatoria es erga omnes, es decir, para todos, sin exclusión. La única excepción que permite el uso de la fuerza en el DI, además de la seguridad colectiva o el incumplimiento de los fallos de la Corte Internacional de Justicia, es la legítima defensa que son presupuestos jurídicos distintos de la declaratoria de guerra. Constituciones como la peruana, entonces, deben corregir sus redacciones pues la declaratoria de guerra establecida en el art. 118 inciso 16 de la Carta Magna de 1993, referido al atributo del presidente de la República para “Declarar la guerra y firmar la paz…”, es incompatible con el principio de la solución pacífica de las controversias. Por eso, una declaratoria de guerra de Rusia jamás el derecho la reconocería como válida.