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Un rumor muy frecuente en campaña decía que PPK no oía los consejos de moderación que le hacía su equipo. Ahí quedaron algunos memorables dislates del candidato Kuczynski. Hoy, ya de Presidente, PPK aún habla en modo gracioso y provocador. Fernando Zavala ya pidió disculpas en su nombre, tras decir que se jalaría a 30 fujimoristas que llegaron con “prebendas”; a la mañana siguiente estuvo a punto de mandarlos a comprarse un diccionario. No metió la pata de pura suerte.

Aunque debe cuidar sus palabras, Kuczynski le da un nuevo perfil a la figura presidencial. La gente ha recibido bien las formas del nuevo Presidente. Al frente tiene una bancada muy irritable y que procesa sus declaraciones recordando la derrota electoral. Kuczynski debe pensar bien lo que le dice a los reporteros. No solo por la investidura presidencial que debe cautelar, sino porque sus sueños de 28 de julio pueden convertirse en pesadilla si los de Fuerza Popular le dan la espalda. El trato que Kuczynski debe tener con los fujimoristas es el mismo que el de un marido que busca separarse de su esposa, pero que tiene bajo custodia a los hijos. Guardarse cualquier exabrupto para no alterar a los pequeños. Cuesta creerlo, pero así están las cosas.

La rutina de ejercicios en Palacio ha tenido un impacto altamente positivo para el nuevo gobierno. La gente en la puerta miraba boquiabierta al Presidente y sus ministros haciendo ejercicios. Ridículas las expresiones de ciertos fujimoristas fijándose en las zapatillas de los ministros. PPK debería aprender de ellos y de sus frases fuera de lugar; hacer más y hablar menos.

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