“Nadie es profeta en su tierra”, me decía un amigo al verlo imponer sus conocimientos en un lugar donde no se desarrolló. Entre papers y supercomputadoras no olvida la promesa que me hizo al partir. Ahora se ha convertido en gran científico peruano que desde lejos lo está cumpliendo.

Es improbable la formación de cualquier evento extremo similar al evento Niño del 82-83, 97-98 o evento frío extremo 98-99 para el verano. Las características oceánicas, que son los primeros indicadores que se pueden apreciar, tienden a la neutralidad o a un enfriamiento ligero del Océano Pacífico. Sus características son similares a los años 1993, 2013 y 2017, en los cuales debemos apoyarnos.Los modelos de predictibilidad muestran las zonas dónde lloverá en exceso y también dónde lloverá menos. Ambos se presentan como si estuvieran generados por la misma fuente, pero a la inversa. Por ejemplo, si el descenso de las precipitaciones sería en el norte (Piura, Tumbes) y la zona sur (Arequipa, Moquegua), la región de mayores precipitaciones estaría en la sierra central (incluyendo la sierra limeña).

En el ciclo anual de los andes centrales, las lluvias importantes ocurren entre noviembre y marzo. Febrero y marzo son las fechas de eventos extremos. Entonces, utilizando modelos de predictibilidad a 60 días desde ahora, podríamos confirmar el inicio temprano o tardío del periodo de lluvias, que a su vez mostraría el diagnóstico de sequías. Lamentablemente, la red meteorológica nacional se encuentra debilitada en su función por el COVID-19 y otros temas, lo que impide el registro real de las variables que mejorarían los modelos de predictibilidad, para así proveer pronósticos de riesgos con mayor precisión incluyendo el factor COVID-19. La trascendencia de la información hidrometeorológica es ser usada de manera oportuna en las actividades socioeconómicas del país. Esto tiene que ser una constante. Ni la presencia del COVID-19 debería impedirlo.