Tal como estaba previsto, la tan anunciada reunión en Palacio de Gobierno entre el presidente Pedro Pablo Kuczynski y los dirigentes de algunas de las facciones de los docentes en huelga no ha servido para lograr la reanudación de las clases, pero sí para dejar en claro la falta de olfato político de esta administración, que nuevamente ha expuesto innecesariamente al jefe del Estado en un lío que de ninguna manera se iba a resolver en una tarde.

Ha sido patético ver las imágenes de la reunión en la sede del Poder Ejecutivo con el mandatario a la cabeza, mientras al mismo tiempo cientos de docentes se concentraban en diferentes zonas del país y en especial, en la plaza San Martín de Lima, para desconocer a grito pelado a los dirigentes y a reiterar que la paralización continuará hasta que el Estado no acepte sus demandas, varias de ellas imposibles de ser llevadas a la práctica.

El problema de los docentes, que viene desde hace varias décadas, es demasiado complejo como para meter ahí al Presidente como el salvador de la situación. Aun si se hubiera logrado un acuerdo -cosa que finalmente no se dio- con los dirigentes que acudieron a la insólita cita, era previsible que las otras facciones, una de las cuales está vinculada a Sendero Luminoso, no acaten de inmediato el eventual pacto logrado en Palacio de Gobierno.

Estaban muy equivocados en el Poder Ejecutivo si esperaban que el jueves último, a las 10 de la noche, los peruanos íbamos a ver al presidente Kuczynski anunciando al lado de los sindicalistas el fin de la huelga y la reanudación de las clases a partir de este lunes, hasta el último rincón del país. Eso era un imposible debido a la actual situación de ruptura que existe en el SUTEP. ¿Nadie pudo advertir esto al Mandatario para que no se exponga?

Las huelgas deben ser resueltas por asesores, jefes de unidades de conflictos, viceministros o en caso extremo por los ministros, pero no por el Presidente, que a fin de cuentas no es fusible como los anteriores funcionarios para ser cambiado en caso las cosas no salgan bien. La reunión de Palacio de Gobierno ha sido un nuevo disparo a los pies que daña directamente la imagen del jefe de Estado, que se expone a un mayor desgaste a apenas un año de iniciada su administración.

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