La ministra de Economía, María Antonieta Alva, parece ser el punto más alto del gris Gabinete que acompaña la gestión de Vizcarra.

En Justicia, a Fernando Castañeda hace rato que la contención del coronavirus en las cárceles del país se le ha ido de las manos con casi 200 presos y 13 agentes del Inpe fallecidos.

En Interior, Gastón Rodríguez está dispuesto a que los saldos de la estela de corrupción que dejó a su paso Carlos Morán no lo salpique y en Cultura, Sonia Guillén no tiene cómo explicar la inexplicable y escandalosa devolución de favores al ¿artista? Richard Cisneros. Pero sin duda, los tonos más bajos de la partitura ministerial lo componen el triunvirato formado por Vicente Zeballos, Víctor Zamora y Ariela Luna.

El premier no solo ha perdido liderazgo y peso específico sino que se ha visto desbordado por las dimensiones de la pandemia. Está lejos de ser el puntal que se necesita para enfrentar una situación extrema y urgida de eficaces niveles de gestión. En varios momentos, el control de la situación se le ha ido de las manos y solo ha optado por refugiarse bajo la alfombra monocromática de los discursos de Vizcarra.

Sobre Luna, habría que decir que es difícil imaginar que alguien pudiese hacerlo peor con el tema de la distribución del abanico de bonos creados por el gobierno. La ayuda llegó tarde, mal o nunca, y obligó a salidas desmesuradas y concentraciones profusas. Desde los orígenes de su inoperancia, habrá que atribuirle una buena bolsa de víctimas forjadas desde el hambre y la desesperación. Y de Zamora ya hemos escrito.

Sin duda, varias de las cuentas del rosario de errores cometidos por el Ejecutivo (compra de ventiladores, escasez de medicinas, falta de oxígeno, urgencia de camas UCI, descuido en la atención primaria etc.) se filtraron por la agujerada aduana del Minsa.

Es, en suma, este Gabinete el que mañana evaluará un pleno que rebalsa populismo. Un Legislativo que bien podría tener elementos para una censura y desbaratar así el precario andamiaje en el que se sostiene la guerra a la COVID-19.

Si fuese así, en todo caso, solo cabría recordar que es el mismo Parlamento tan pasionalmente forjado por la asesoría de Maxi Aguiar y cualquier queja debe reconducirse a las esferas de Palacio, al personaje que lo regenta y a quien solo cabría decirle, Vizcarra, he ahí tu Congreso.

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